En los últimos años, las tasas delictivas han ido aumentando mes con mes en la Argentina, que de ser uno de los países más seguros del mundo, hoy en día sus tasas de delincuencia y tráfico de drogas son cada vez más similares a las de México y Centroamérica, razón por lo que muchos argentinos, incluidos empresarios y profesionales, han tenido que emigrar a otros paises para escapar de la creciente delincuencia que se está convirtiendo en un flagelo para los argentinos que sobreviven bajo el gobierno de Cristina Fernández Wilhelm viuda de Kirchner
Sobre el tema de la delincuencia que azota a la argentina se han publicado innumerables noticias, y a continuación reproduzco textualmente una de ellas, la cual hace un resumen de la situación de impunidad y corrupción que impera en dicho país Sudamericano:
Sobre el tema de la delincuencia que azota a la argentina se han publicado innumerables noticias, y a continuación reproduzco textualmente una de ellas, la cual hace un resumen de la situación de impunidad y corrupción que impera en dicho país Sudamericano:
"Nuevamente el flagelo de la inseguridad ataca. Nadie está a salvo. En las últimas horas le tocó a un vecino de Ringuelet, que murió infartado durante un violento asalto en su casa, mientras que ayer delincuentes balearon a un hombre en la Villa Elisa para robarle 20 mil pesos. Algo similar le ocurrió a una mujer policía, que recibió un disparo en su casa, en la zona de Ponsati.
El accionar desenfrenado de la delincuencia le está cambiando el estilo de vida de los habitantes de La Plata, una ciudad universitaria que durante décadas se caracterizó por ser un faro de la ciencia y la cultura. La realidad actual, lamentablemente, es muy diferente. Y lo más preocupante es que la sociedad se está acostumbrando a ver cómo, todos los días, ciudadanos inocentes pierden su vida.
Esto no es producto de una profecía maya o de un castigo divino. Los responsables son de carne y hueso, tienen nombre y apellido, empezando por la presidenta Cristina Kirchner, cuyo gobierno considera la inseguridad como una “sensación” inventada por los medios de comunicación.
La nefasta política económica del kirchnerismo, junto con el enorme aparato de clientelismo político que se devora los recursos del Estado están llevando a que una de cada tres familias argentinas estén viviendo en situación de pobreza o indigencia. La promiscuidad, la falta de oportunidades y la marginalidad tienen una estrecha relación con el crecimiento de la delincuencia. La Plata, con sus más de 130 asentamientos, puede dar claramente cuenta de ello.
Lamentablemente, nuestro país se parece cada vez más a naciones como Colombia y a diferentes países centroamericanos, que prácticamente desde sus inicios están atravesados por situaciones de extrema violencia, producto de décadas de saqueo de sus recursos naturales y de una fractura social que jamás logró achicarse. Al caso de Colombia se le agrega la presencia activa de la guerrilla y de los grupos paramilitares, estrechamente asociados a los cárteles del narcotráfico, que también están haciendo pie en nuestro país.
De ahí los estragos causados por drogas como el paco, que se fabrica con el residuo de la cocaína, es extremadamente adictivo y es consumido, especialmente, en los sectores más humildes de la sociedad. Esta droga es la que está llevando a que miles de jóvenes, con las neuronas destruidas, sin tener nada que perder, caigan en el delito.
Hasta hace 40 años, la Argentina podía ostentar ante el mundo niveles de movilidad social muy similares a los de las naciones desarrolladas. Las familias podían sustentarse a partir de su trabajo. Por eso la desocupación real era prácticamente inexistente. Lo mismo ocurría con la pobreza y la indigencia.
Todo comenzó a cambiar con las medidas neoliberales aplicadas a partir de 1976, que tuvieron a Menem y a los Kirchner como continuadores.
Al deterioro de la situación económica y social se le suman las políticas impulsadas desde el año 2003 que, de forma permanente y sistemática, buscan la destrucción de las fuerzas armadas y de seguridad.
Las falta de recursos y las paupérrimas condiciones en las que desempeñan sus funciones los policías, los prefectos, los gendarmes, los soldados, el personal de la Armada y de la Fuerza Aérea llevan a que nuestro país no solamente se encuentre indefenso fronteras adentro, sino también fronteras afuera.
Por un lado, la Argentina es absolutamente vulnerable ante las ambiciones de las grandes potencias y de los intereses trasnacionales, que tienen entre ceja y ceja nuestros abundantes recursos naturales. Eso no es todo: la desprotección también afecta al ciudadano común que todos los días debe salir de su casa para trabajar y no sabe si va a poder regresar sano y salvo.
La inseguridad no discrimina. No importa la raza, la religión ni la condición económica, todos puede ser victimas del delito."
El accionar desenfrenado de la delincuencia le está cambiando el estilo de vida de los habitantes de La Plata, una ciudad universitaria que durante décadas se caracterizó por ser un faro de la ciencia y la cultura. La realidad actual, lamentablemente, es muy diferente. Y lo más preocupante es que la sociedad se está acostumbrando a ver cómo, todos los días, ciudadanos inocentes pierden su vida.
Esto no es producto de una profecía maya o de un castigo divino. Los responsables son de carne y hueso, tienen nombre y apellido, empezando por la presidenta Cristina Kirchner, cuyo gobierno considera la inseguridad como una “sensación” inventada por los medios de comunicación.
La nefasta política económica del kirchnerismo, junto con el enorme aparato de clientelismo político que se devora los recursos del Estado están llevando a que una de cada tres familias argentinas estén viviendo en situación de pobreza o indigencia. La promiscuidad, la falta de oportunidades y la marginalidad tienen una estrecha relación con el crecimiento de la delincuencia. La Plata, con sus más de 130 asentamientos, puede dar claramente cuenta de ello.
Lamentablemente, nuestro país se parece cada vez más a naciones como Colombia y a diferentes países centroamericanos, que prácticamente desde sus inicios están atravesados por situaciones de extrema violencia, producto de décadas de saqueo de sus recursos naturales y de una fractura social que jamás logró achicarse. Al caso de Colombia se le agrega la presencia activa de la guerrilla y de los grupos paramilitares, estrechamente asociados a los cárteles del narcotráfico, que también están haciendo pie en nuestro país.
De ahí los estragos causados por drogas como el paco, que se fabrica con el residuo de la cocaína, es extremadamente adictivo y es consumido, especialmente, en los sectores más humildes de la sociedad. Esta droga es la que está llevando a que miles de jóvenes, con las neuronas destruidas, sin tener nada que perder, caigan en el delito.
Hasta hace 40 años, la Argentina podía ostentar ante el mundo niveles de movilidad social muy similares a los de las naciones desarrolladas. Las familias podían sustentarse a partir de su trabajo. Por eso la desocupación real era prácticamente inexistente. Lo mismo ocurría con la pobreza y la indigencia.
Todo comenzó a cambiar con las medidas neoliberales aplicadas a partir de 1976, que tuvieron a Menem y a los Kirchner como continuadores.
Al deterioro de la situación económica y social se le suman las políticas impulsadas desde el año 2003 que, de forma permanente y sistemática, buscan la destrucción de las fuerzas armadas y de seguridad.
Las falta de recursos y las paupérrimas condiciones en las que desempeñan sus funciones los policías, los prefectos, los gendarmes, los soldados, el personal de la Armada y de la Fuerza Aérea llevan a que nuestro país no solamente se encuentre indefenso fronteras adentro, sino también fronteras afuera.
Por un lado, la Argentina es absolutamente vulnerable ante las ambiciones de las grandes potencias y de los intereses trasnacionales, que tienen entre ceja y ceja nuestros abundantes recursos naturales. Eso no es todo: la desprotección también afecta al ciudadano común que todos los días debe salir de su casa para trabajar y no sabe si va a poder regresar sano y salvo.
La inseguridad no discrimina. No importa la raza, la religión ni la condición económica, todos puede ser victimas del delito."
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